Los efectos pospandemia, la presión académica y el constante bombardeo digital están generando una crisis silenciosa en las aulas: la salud mental de los estudiantes. La ansiedad, la depresión y el agotamiento emocional han aumentado, especialmente entre adolescentes y universitarios.
Ante esta realidad, muchas instituciones educativas están implementando programas de bienestar emocional, incorporando clases de mindfulness, espacios de escucha, horarios más flexibles y talleres sobre inteligencia emocional. Algunas escuelas incluso ya cuentan con psicólogos de planta o convenios con plataformas de terapia online.
La salud mental ya no es un tema secundario: es esencial para el aprendizaje. Los expertos insisten en que una mente sana es la base para desarrollar el pensamiento crítico, la creatividad y la convivencia. Invertir en bienestar emocional no es solo una acción humanitaria, sino una estrategia educativa inteligente.